domingo, 29 de noviembre de 2009

PASEO MARÍTIMO


A Coruña cuenta con uno de los paseos marítimos más largos de Europa. Con casi 8 kilómetros de longitud, este paseo se puede recorrer a pie, a biciclet o en tranvía y permite acercarse a las magníficas playas de la ciudad y contemplar, en la distancia, la partida y llegada al puerto de las embarcaciones. Si sumamos a ello la posibilidad de conocer durante el recorrido, varios museos y monumentos, valdrá la pena dedicar una jornada a esta excursión urbana.
Es agradable pasear por los Jardines de Ménden Núñez, en los que se halla un pequeño dolmen procedente de Cerqueda y un bonito y ciudado reloj de flores. Frente a los jardines hay un obelisco, una columna clásica con un reloj.
Desde la Dársena de la Marina, el paseo sigue por la Puerta Real y las murallas del Parrote. Así se llega al Castillo de San Antón, punto de partida de un tranvía histórico que recorre el Paseo Marítimo y pasa junto a la Torre de Hércules y finaliza en las Esclavas (Playa de Riazor). Sobre el cercano dique de abrigo, que penetra en la ría más de 1 kilómetro, la elegante torre controla todo el tráfico marítimo de la zona. El tramo más abierto del paseo discurre junto al Parque de la Maestranza, con buenas vistas sobre la ría. El final del recorrido lo forman los interesantes edificios de la Torre de Hércules, El Acuario, La Domus y las playas de la ciudad.



sábado, 28 de noviembre de 2009

ESTADIO DE RIAZOR Y DEPORTIVO

Uno de los emblemas de la ciudad tanto dentro como fuera de Galicia, es el Deportivo. Merece la pena pagar una entrada y poder disfrutar de un buen partido en el estadio de Riazor. También merece la pena hacer una visita por su interior (hay que pagar) pero lo vale.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Millenium y monte de San Pedro

El Obelisco Millenium, lo podemos encontrar en el Paseo de Labañou. La altura total es de 50 metros. El exterior muestra 178 cristales de roca tratada a 800º con 3 mm de espesor, de variada superficie cada uno y un peso de 3 toneladas; en tanto que la estructura está compuesta de un esqueleto de acero de 2 toneladas.
En los 13 primeros metros del monolito se cuenta la historia en imágenes de los principales acontecimientos y personajes de la vieja Marineda.
Un total de 53.100 voltios constituyen la potencia luminosa habitual que los 142 focos de luz arrojan desde el interior y puntos superficiales de la pirámide.
A 15 minutos caminando se encuentra el ascensor que nos condujo hasta lo alto del Monte de San Pedro, desde donde se pueden observar las mejores vistas de la ciudad.


El Monte de San Pedro representa un ejemplo de una gran área de ocio recuperada para la ciudad. Si todo este extremo urbano ha vivido en los últimos años una gran revitalización con la presencia de un nuevo barrio, centros comerciales y la realización de obras de disfrute y celebración ciudadana como el Paseo Marítimo o el Milenium, el Monte de San Pedro significa la culminación de una gran transformación.

Es la transformación de un área, hasta ahora una zona marginal por diversas razones de carácter histórico y de uso, en un lugar público de esparcimiento para la ciudad y su área metropolitana.

La cesión y abandono por parte de los militares de un terreno que llevaban ocupando desde hacía años ha posibilitado al Ayuntamiento de A Coruña iniciar una serie de obras, hoy rematadas en sus primeras fases, pero todavía en constante avance, de rehabilitación y ajardinamiento para su rápida conversión en Parque Público Municipal.

El Parque Municipal del Monte de San Pedro comprende una amplia extensión de territorio de accidentada topografía y vistas excepcionales sobre la Ciudad de A Coruña y una amplia franja de costa, que abarca desde el cabo San Adrián y las Islas Sisargas al oeste, hasta los cabos Prior y Prioriño al noreste. Cobra especial presencia el borde litoral, con sus características formaciones rocosas, flora y fauna. Laderas de toxos y brezos, de colores amarillos y rosas, en las que se entremezclan otras especies vegetales típicas de ambientes costeros, incluyendo algunas plantas endémicas que prosperan ante el respeto a su hábitat. Y sobre ellas, multitud de pequeñas aves como currucas, jilgueros o pardillos que surcan el Parque aportando colorido y vida.

La anterior ocupación militar, debida a la situación estratégica de este punto geográfico orientado a la entrada de la ría coruñesa, ha dejado su huella en un conjunto de construcciones que suponen un gran atractivo. Refugios subterráneos, barracones para la tropa, garitas y, sobre todo, las espectaculares baterías de costa, se han recuperado con una intención patrimonial que deje huella en las generaciones futuras como lo ha hecho con las pasadas.

Y a los pies del Parque, la ciudad. Para la gran mayoría de los coruñeses observar la ciudad desde aquí significa tener una nueva visión de la que nunca habían dispuesto. Y para los visitantes es descubrir la globalidad de nuestra ciudad, poder enmarcarla en una vista aérea y situar la bahía del Orzán, la Casa del Hombre o la de los Peces, la Torre de Hércules y gran parte de los puntos emblemáticos de la urbe. Y para completar el espacio en si mismo, la dotación de caminos y senderos para recorrerlo, áreas ajardinadas, mobiliario público, estanques y paneles informativos... la infraestructura necesaria para hacer de la visita una experiencia agradable y que deje huella en nosotros. En definitiva, en el Monte de San Pedro se ha conseguido recuperar una gran superficie para el ocio y disfrute de los ciudadanos e integrarla en un conjunto de actuaciones encaminadas a elevar aún más la calidad de vida de los coruñeses y de sus visitantes.

jueves, 26 de noviembre de 2009

CASA DE LAS CIENCIAS

El palacete del Parque de Santa Margarita tiene un planetario y tres plantas de exposiciones: experimentos físicos, exposición temporal y actualidad científica. En el hueco de la escalera central oscila un péndulo de Foucault. Su objetivo es la divulgación, comunicación y educación científica y tecnológica de los ciudadanos de todas las edades. Organiza exposiciones, conferencias, premios, cursillos, proyecciones, ediciones, y colabora con los medios de comunicación en tareas de difusión científica. También participa en el desarrollo y creación de reuniones, foros y congresos. Su director técnico es Marcos Pérez Maldonado.
En el interior de la Casa de las Ciencas se ubican cuatro salas dedicadas a exposiciones y un planetario:
- En la planta baja destaca el Péndulo de Foucault, pero también alberga un espacio para exposición, donde se encuentra el kiosco digital interactivo TryScience y una incubadora donde se pueden ver nacer polluelos de gallina.
- La primera planta contiene una sala de experiencias sobre el entorno físico.
- La segunda planta es la escogida para presentar las exposiciones temporales.
- La tercera contiene una sala sobre exposiciones de actualidad científica.
- La cúpula semiesférica del edificio alberga el planetario, que cuenta con un proyector principal y más de 30 proyectores especiales dedicados al Sistema Solar, Júpiter y sus satélites, cometas, estrellas fugaces y otros efectos.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

DE TAPAS POR CORUÑA

Frente a las nuevas cervecerías que proliferan - unas más comerciales, otras menos, todas impersonales -, por clásicos entiendo aquellas tabernas de toda la vida, de aspecto tirando a - digamos - espartano, con unos camareros que siempre han estado ahí, que forman parte del local desde la primera de las muchas veces que lo has visitado.

Afortunadamente, todavía perviven bastantes de estos templos del tapeo, aunque, tarde o temprano, están condenados a desaparecer. Repasemos cuatro de ellos, todos bien juntitos en un radio de cien metros, en pleno corazón de la zona de vinos.

La Bombilla (C/Galera, ver en Tagzania). El clásico entre los clásicos, la catedral, el San Mamés del tapeo herculino. Estrecho, desprende nada más entrar aroma a codazos por hacerse un sitio en la barra - que sigue la forma del local, haciendo esquina -, porque sentarse en cualquiera de las dos mínimas mesas es utópico. Vuelan las bandejas repletas de sus cinco famosos pinchos, generosos en el tamaño, nada arzakianos pero que entran de maravilla con el corto de cerveza o el blanco joven: tortilla, croqueta, chorizo frito, filete o empanadilla. De lujo, la falta de lujo.

O Tarabelo (C/ Barrera). Oscuro, profundo, con serrín en el suelo y taburetes de madera para sentarse ante los barriles. El pincho Tarabelo tampoco necesitó un concilio de cocineros vascos para su concepción, pero resulta y mucho: minifilete empanado, con un importante toque de pimienta, y unas cuantas patatas fritas ensartadas en un palillo de madera. Tan sencillo. La tapa más recomendable es la de berberechos, la también alegre zorza y, en temporada, las parrochas y los pimientos de Padrón.

El Cocodrilo (C/ Barrera). Justo enfrente del Tarabelo, en realidad se llama A Troula, pero para todo el mundo es el Cocodrilo. Hay quien discute si fue antes el huevo o la gallina, pero la verdadera cuestión es si fue antes el Tarabelo o el Cocodrilo; los pinchos, se entiende (bueno, y los locales, porque en el Cocodrilo igualmente hay taburetes, barriles; no es profundo, pero sí estrecho). Porque el pincho Cocodrilo es también un minifilete con patatas ensartado, aunque sin empanar y sin el toque de la pimienta. Si Hamlet viviera en Coruña moriría de hambre en el centro de la calle Barrera...

O Corno (C/ Barrera). Casi al lado del Cocodrilo. No presenta un aspecto tan espartano como los anteriores, pero tampoco es el Palace. El local da nombre a un pincho que no es sino un pequeño bocata en forma de cuerno, con varias posibilidades para la sustancia. Pero lo que hay que tomar, con el consabido corto de Estrella, es un piroliño: pechuga de pollo engurruñada sobre jamón y queso, empanada y frita, ensartada también un palillo. Ojo, porque siempre la sirven ardiendo: aunque parezca que está en su temperatura, te quemarás en el primer mordisco.

lunes, 23 de noviembre de 2009

PASEO EN BARCO POR LA RÍA

Uno de los atractivos que tiene A Coruña es que te permite dar un paseo en una Lancha que te lleva en un bonito recorrido por la ría hasta Santa Cristina. Mereció la pena como colofón del recorrido.